Después de sumergirnos en lado más espiritual de Tokyo en Meiji Jingu, cogimos camino hacia Shibuya, donde se encuentra el paso de peatones más transitado del mundo. En el recorrido pasamos por edificios enormes, tiendas muy llamativas con carteles y colores por todas partes. ¡Tokyo es inmenso en toda su expansión!
Comimos en un restaurante subterráneo ya casi llegando a Shibuya. Allí probamos las mejores gyozas que jamás hemos comido! Lástima que no recuerdo su nombre (estaba escrito en japonés, así que no me pude quedar con él).
Llegamos a Shibuya y la calle estaba, como siempre, muy transitada. Aprovechamos para hacernos alguna foto con el famoso perro de Hachiko que, por cierto, nos costó un rato encontrarlo. La estatua estaba bajo unos árboles y es bastante pequeña… Aún así, había cola para fotografiarse con él. ¡Lo que tiene salir en una peli!
Como llegamos por la tarde, queríamos hacer tiempo para hacer la fotografía del cruce de noche ya que le rodea una enorme cantidad de carteles luminosos y publicidad por todas partes. Así que decidimos perdernos un rato por los alrededores y meternos en las profundidades de la capital.
Encontramos un pequeño barrio bastante curioso. Las calles eran diminutas pero aprovechadas al milímetro. Había una taberna por cada casi metro cuadrado! Decidimos entrar en uno de ellos y probar. Sólo había espacio para dos personas y debíamos entrar ya sentados (no es posible estar de pie dentro de la taberna.) No fui capaz de descifrar lo que estábamos comiendo. La señora sólo decía fish y sake. Pero en realidad a mí no me sabía a pescado nada. Si alguien sabe lo que es por favor que me lo diga! 😀
La experiencia no fue de las mejores ya que al no saber lo que comía me resultaba bastante extraño. Pero fue bastante curioso. Eso sí, nos bebimos la botella de sake enterita. Jajaja!
Después regresamos a Shibuya 109 y conseguimos hacer la instantánea deseada! El paso de peatones más transitado del mundo iluminado por cientos de carteles mientras lo transitaban cientos de personas.
Para terminar el día, fuimos a una pequeña taberna a tomar sushi. Esta vez, la cena debía ser de pie. Todos comían en la barra y las banquetas eran inexistentes. Aquí probamos por primera vez la anguila. No la sirven en crudo, sino que le dan con un soplete y se queda un pelín tostada. ¡Espectacular!
Y terminamos por hoy con el estómago bien cargado!
NAIARA BOTÍA
Publicista de formación y viajera por pasión. Soy creadora de contenidos freelance, principalmente para el sector turismo y gastronomía. No concibo un viaje sin cámara en mano y así lo plasmo en mi blog de viajes www.modotraveller.com